Reseña | Temblor, de Maggie StiefvateR

Título: Temblor

Autora: Maggie Stiefvater

Saga: Temblor (1/4)

Editorial: SM

NºPáginas: 448

Cuando el amor te hace temblar en otoño es mejor que el invierno no llegue nunca: las primeras nevadas pueden arrebatarte a quién más deseas. Hace años Grace estuvo a punto de morir devorada por una manada de lobos. Inexplicablemente, uno de ellos, un lobo de intensos ojos amarillos, la salvó. Desde entonces todos los inviernos Grace se asoma al bosque y, desde la distancia, lobo y chica se observan. Cuando llega el calor, la manada desaparece y, con ella, “su lobo”. Pero este año, Grace deseará que el invierno no llegue y que el otoño dure para siempre. Ha conocido a un chico, se llama Sam. Es un tipo normal, salvo por sus ojos. Son de un extraño color amarillo.

Antes de que este libro llegara a mis manos por casualidad yo ya tenía en mente una idea muy difusa de lo que podría significar para mí. Por una parte me llamaba tremendamente la atención el tema de la licantropía llevada al terreno de la temperatura (¿lobos que se transforman con el frío? ¿dónde se ha visto eso?), pero por otra había algo en la manera que todos ponían la relación amorosa que no me terminaba de cuajar.

Y tal vez, de todos los temas que trata el libro, este romance haya sido lo que más me ha confundido. Por una parte la relación que mantenían Grace y Sam me parecía preciosa, tierna y sincera. Por otra, demasiado dependientes el uno del otro.

Pero vayamos por partes.

Temblor nos presenta la historia de una joven en cuya infancia se vio arrastrada hasta el bosque por un grupo de lobos. Justo antes de caer inconsciente mientras estos animales intentaban comérsela, ella solo se vio refugiada en los enormes ojos amarillos de uno de ellos, que permanecía apartado del grupo. Desde ese día pasa los inviernos contemplando cómo el lobo la observa desde la linde del bosque, temeroso a acercarse pero siempre allí. Todo es igual, monótono en la relación chica-lobo, hasta que un día, por casualidad, Grace descubre que aquellos lobos son mucho más que unos simples animales del bosque. Y desde ese momento, nada vuelve a ser igual.

En cuanto abrí el libro y comencé a leer, uno de los detalles que más me llamó la atención fue la longitud de los capítulos y cómo están organizados (o mejor dicho, la ausencia de organización). La autora no sigue un esquema a la hora de escribir, e igual se te presenta un capítulo de una página que uno de siete. De la misma forma pasa con la voz narradora, pues vamos encontrando puntos de vista de Grace y Sam, pero no con el típico esquema él-ella-él-ella. Dependiendo de la necesidad de la trama, habla uno u otro. Si bien esto puede parecer caótico contándolo así, lo cierto es que es llevado de tal forma que se convierte en un enorme punto a favor, agilizando la lectura del libro y ayudando al lector a entender bien todos los sucesos.

Siguiendo con la prosa de Maggie, debo confesaos que me ha sorprendido para bien. Siempre me han gustado las narraciones en primera persona, pero a veces siento que necesito conocer más al resto de personajes fuera del protagonista y su psicología. Por ello, cuando encuentro libros que intercalan puntos de vista en primera persona, logran atraparme considerablemente. Esto, sumado al hecho de que nos encontramos con una narrativa ágil que engancha muchísimo, nos deja con un libro que no puedes soltar.

En cuanto a los personajes, tengo el problema que ya os he comentado antes. En sí sus personalidades las logré entender bastante y me gustó que salieran del canon chico-duro chica-sensible, dándole la vuelta a la relación y los papeles que tienen cada uno en ella. Ambos saben compenetrarse muy bien y el romance es tierno hasta decir basta, pero a veces me veía en la situación de “un poco de aire fresco por favor. Separaos un ratito”.

La trama está bien hilada y mantiene un ritmo constante, aumentando la tensión hacia el final de la novela. Ciertamente me sorprendió el desenlace que se produjo en este primer tomo, dejando algunos cabos sueltos pero pudiendo pasar por autoconclusivo.

Sin duda, quiero saber más de los lobos.